En los 
              últimos 15 años aproximadamente 2 millones de seres 
              humanos fueron expulsados de su tierra, más de la mitad de 
              estso -aproximadamente 1.100.000 eran niños. Muchos de ellos 
              menores de 5 años, casi el 20% entre 5 y 10 años.
              
              
              Los niños son en su mayoría afectados por las consecuencias 
              de las expulsiones.
              
              Una cantidad incontable han perdido a sus padres, que se encargaba 
              de sostener a la familia. Familias desplazadas son desterradas, 
              familias destruídas. En las ciudades los campesinos deplazados 
              se convierten en ciudadanos marginales. No tienen ninguna oportunidad, 
              se asientan en los barrios más pobres de las metropolis; 
              allí siempre serán extraños - sin posibilidad 
              de integrarse nunca a la vida citadina. 
              
Los hijos de los desplazados perdieron con su tierra toda orientación 
                y perspectiva, la seguridad y la protección que el contexto 
                acostumbrado les brindaba. En la ciudad no encuantran una nueva 
                casa. Son enviados a las calles y deben conseguir el sustento 
                para toda la familia. Allí aprenden como se mendiga, rapidamente 
                delinquen. La posibilidad, interrumpida por la huida, de ir a 
                la escuela queda cerrada para la mayoría.